El desarrollo de la industria manufacturera en México está estrechamente ligado a la creación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) y su posterior evolución hacia el T-MEC. Desde 1994, el país logró integrarse a cadenas de valor en la región, consolidándose como un actor clave en la fabricación y exportación de productos hacia Estados Unidos y Canadá.
Las reglas establecidas por el TLCAN permitieron la eliminación de barreras comerciales, impulsaron la inversión extranjera directa y facilitaron la transferencia de tecnologías hacia el sector manufacturero. La revisión de este tratado, que culminó con el T-MEC en 2020, reforzó esta integración al introducir nuevas reglas sobre contenido regional, comercio y condiciones laborales.
El sector automotriz fue uno de los principales beneficiarios de estas políticas. Actualmente, México se encuentra entre los mayores exportadores de vehículos a nivel mundial. Las armadoras internacionales establecidas en el Bajío y el norte del país, junto con sus proveedores, han creado clústeres productivos que generan sinergias entre las empresas y fortalecen las cadenas de suministro.
La exigencia del T-MEC de cumplir con un mayor porcentaje de contenido regional impulsó la producción local de componentes y materiales, lo que beneficia directamente a la industria metalmecánica y del plástico.
Sectores de mayor valor
En el sector electrónico, México ha capitalizado su posición como un centro estratégico para la fabricación de dispositivos y componentes. Zonas como Guadalajara y Tijuana han sido puntos clave para la industria, atrayendo empresas globales y fomentando la especialización de la mano de obra en áreas técnicas avanzadas.
El crecimiento del nearshoring también ha sido determinante, pues ha facilitado la relocalización de operaciones desde Asia a México para reducir costos logísticos y mejorar los tiempos de respuesta en las cadenas de suministro. Esta tendencia enfatizó la ya, de por sí, creciente demanda de tecnologías como equipos CNC, esenciales para garantizar la precisión en procesos de fabricación.
La industria aeroespacial ha crecido en regiones como Querétaro y Chihuahua, donde se producen componentes de alta precisión bajo estrictos estándares internacionales. Este sector se ha beneficiado de políticas públicas orientadas a la certificación de empresas locales y la formación de talento especializado. La consolidación de cadenas de suministro en este ámbito ha permitido integrar a México en redes globales de producción, particularmente en la fabricación de partes para aeronaves comerciales.
El fortalecimiento de estas industrias ha requerido un desarrollo paralelo de la mano de obra. En los últimos años, se han implementado programas de capacitación en colaboración con empresas y gobiernos estatales para garantizar que los trabajadores cuenten con las habilidades necesarias para operar maquinaria avanzada y sistemas automatizados.
La adopción de tecnologías de automatización ha transformado el perfil laboral requerido, exigiendo competencias técnicas en el uso de herramientas como CAD/CAM y equipos CNC. La formación continua se ha convertido en un factor crucial para mantener la competitividad del sector.
Modernización de la planta
La reconversión tecnológica ha sido uno de los motores principales de la evolución industrial en México. Las empresas han invertido en modernizar sus equipos de control y automatización, optimizando procesos y aumentando la eficiencia operativa.
En el caso de la industria metalmecánica y del plástico, el uso de maquinaria CNC ha permitido fabricar piezas con mayores estándares de precisión y calidad, lo que incrementa su valor dentro de las cadenas de suministro globales. Esto ha sido particularmente importante para sectores como automotriz y aeroespacial, que demandan productos con características específicas y niveles de tolerancia exactos.
El desarrollo de las cadenas de suministro en México también está relacionado con la diversificación regional. El Bajío se ha consolidado como un centro neurálgico para la manufactura automotriz y aeroespacial, mientras que el norte del país lidera en metalmecánica y electrónica.
Estas regiones han aprovechado su ubicación geográfica, infraestructura logística y acceso a mano de obra calificada para atraer inversiones extranjeras. Al mismo tiempo, los parques industriales modernos en estas áreas ofrecen condiciones óptimas para la instalación de nuevas operaciones.
Un horizonte no tan auspicioso
Para 2025, el sector enfrenta desafíos importantes. Las tensiones comerciales y políticas con Estados Unidos generan incertidumbre sobre el futuro de las relaciones bilaterales. Medidas proteccionistas o cambios en las reglas del T-MEC podrían impactar negativamente las cadenas de suministro ya establecidas. Además, la dependencia de un solo mercado exportador hace que México sea vulnerable a cambios económicos en Estados Unidos, lo que subraya la necesidad de diversificar sus destinos comerciales hacia Asia y Europa.
El futuro de la industria manufacturera en México dependerá de su capacidad para adaptarse a un entorno global en constante cambio. Apostar por la tecnología, la innovación y la formación de talento será clave para mantener su competitividad. Asimismo, fortalecer las cadenas de suministro locales, diversificar mercados y fomentar la colaboración entre empresas, instituciones educativas y gobiernos permitirá garantizar un crecimiento sostenible. La manufactura seguirá siendo un pilar económico para México, pero su éxito requerirá un enfoque estratégico y una visión de largo plazo.