Inventarios contra el viento incierto

La gestión de inventarios es pilar en la manufactura

El desajuste global en cadenas productivas, comercio internacional y demanda obliga a repensar la gestión de inventarios como pilar de la manufactura, en un contexto donde la disponibilidad inmediata puede definir la supervivencia operativa.

Las disrupciones en el comercio internacional y la reconfiguración de las cadenas de suministro tras la pandemia de 2020 han puesto a prueba la estructura de inventarios en todas las industrias manufactureras. Conflictos geopolíticos que afectan rutas de transporte clave, tensiones entre bloques económicos, y la creciente adopción del nearshoring en regiones como Norteamérica, hacen que el abastecimiento de componentes críticos sea un proceso nada predecible.

La pandemia dejó como lección que la dependencia de un solo proveedor o región puede inmovilizar operaciones completas durante meses. En este escenario, la gestión de inventarios no es una actividad auxiliar, sino una función estratégica que puede sostener o detener la producción.

El modelo Justo a Tiempo (JIT), que dominó la manufactura global durante décadas, ha sido reexaminado. Su premisa de mantener inventarios mínimos funcionaba bien en condiciones de estabilidad logística, pero se ha vuelto riesgosa frente a retrasos de semanas o meses en los suministros. En muchos sectores, desde el automotriz hasta el electrónico, las líneas de producción se detuvieron por la falta de un componente. Las empresas que contaban con buffers de inventario bien ubicados lograron amortiguar mejor los efectos de la disrupción.

Gestionar inventarios bajo condiciones de alta incertidumbre implica desafíos múltiples. No se trata únicamente de almacenar más productos, sino de decidir qué inventariar, en qué cantidad, en qué lugar y por cuánto tiempo. Esto exige análisis de riesgo, herramientas de pronóstico más sofisticadas, y una capacidad de respuesta ágil. El dilema se intensifica cuando las variables externas cambian constantemente: nuevas regulaciones, restricciones de exportación, variaciones abruptas en la demanda, o cierres logísticos imprevistos.

¿Qué tanto guardar?

La literatura especializada ha abordado estos retos desde diversos enfoques. Eli Goldratt, con su Teoría de las Restricciones, planteó la necesidad de identificar los cuellos de botella en el sistema y protegerlos con inventarios buffer. A diferencia del enfoque JIT, la Teoría de las Restricciones admite la existencia de incertidumbre y propone estrategias para mitigar sus efectos mediante buffers en puntos estratégicos del proceso. Steven Nahmias, en su análisis de operaciones, también plantea que los inventarios son mecanismos de protección frente a la variabilidad de la demanda y los tiempos de entrega. Ronald Ballou, desde la logística, subraya que mantener inventarios estratégicos permite mantener el servicio al cliente aun cuando la cadena se ve interrumpida.

La tendencia actual muestra un crecimiento en la inversión en tecnologías de monitoreo y análisis predictivo para mejorar la visibilidad de inventarios y responder con mayor rapidez a los cambios. Herramientas de inteligencia artificial, sistemas de planificación avanzada (APS) y sensores IoT permiten observar en tiempo real el estado de insumos, productos en tránsito y niveles de almacenamiento. Aun así, la tecnología no elimina el problema de fondo: la incertidumbre persiste, y la toma de decisiones sobre inventarios sigue siendo un proceso que combina datos, experiencia y tolerancia al riesgo.

Cómo inventariar un mundo cambiante

La relocalización de cadenas productivas hacia regiones cercanas, como parte de la estrategia de nearshoring, ha añadido nuevas variables al modelo. En países como México, el crecimiento de centros logísticos y plantas manufactureras implica nuevas dinámicas de abastecimiento regional. Esto requiere rediseñar estrategias de inventario, considerando proveedores locales, rutas más cortas, pero también tiempos de adaptación más largos. Las empresas deben decidir si centralizar o descentralizar inventarios, cómo distribuir la disponibilidad de partes entre varias instalaciones, y cómo equilibrar el costo financiero del almacenamiento con el costo operativo de una parada.

Es por ello que la gestión de inventarios debe ser vista como un ejercicio de equilibrio continuo. Las soluciones no son universales: cada empresa debe definir su nivel de exposición al riesgo y diseñar un modelo acorde con su realidad productiva y su cadena de suministro. No hay una fórmula única, pero sí una constante: la gestión de inventarios ya no puede tratarse como una función operativa de rutina. Exige un enfoque estratégico, flexible y altamente conectado con la realidad cambiante de los mercados globales.

La historia reciente muestra que ninguna operación está exenta de interrupciones. Los inventarios, más que un costo, son una herramienta de resiliencia. El reto ya no es tener el mínimo inventario posible, sino el inventario correcto en el momento correcto. La lección es que, en tiempos de incertidumbre, la capacidad de anticipar y adaptarse se vuelve tan valiosa como la de producir

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