No hay duda que la industria manufacturera es un pilar económico para el país, pero también representa un desafío ambiental considerable. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, establecidos en 2015, proporcionan un marco estratégico para que las empresas adopten prácticas más responsables en términos sociales, ambientales y económicos. De estos objetivos, algunos tienen una relación directa con el sector manufacturero, como la energía limpia, el consumo responsable y la innovación tecnológica.

Los ODS incluyen los siguientes puntos:

  1. Fin de la pobreza
  2. Hambre cero.
  3. Salud y bienestar.
  4. Educación de calidad.
  5. Igualdad de género.
  6. Agua limpia y saneamiento.
  7. Energía asequible y no contaminante.
  8. Trabajo decente y crecimiento económico.
  9. Industria, innovación e infraestructura.
  10. Reducción de las desigualdades.
  11. Ciudades y comunidades sostenibles.
  12. Producción y consumo responsables.
  13. Acción por el clima.
  14. Vida submarina.
  15. Vida de ecosistemas terrestres.
  16. Paz, justicia e instituciones sólidas.
  17. Alianzas para lograr los objetivos.

En el caso específico de la manufactura, destacan los ODS 6, 7, 9, 12, 13, 14 y 15, pues abordan cuestiones como el uso eficiente del agua, la transición energética, la innovación industrial y la reducción de impactos ambientales.

El marco regulatorio

En México, el marco regulatorio para la sostenibilidad en el sector incluye leyes y normas específicas. La Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA) establece disposiciones para el manejo responsable de recursos y el control de emisiones. La Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) regula la disposición adecuada de desechos, mientras que la Ley de Transición Energética (LTE) impulsa el uso de fuentes renovables y la eficiencia energética en las empresas.

También existen Normas Oficiales Mexicanas (NOM) como la NOM-001-SEMARNAT-2021, que regula las descargas de aguas residuales, y la NOM-086-SEMARNAT-SENER-SCFI-2021, que establece parámetros de eficiencia energética en maquinaria industrial.

Para apoyar a las empresas en su transición hacia prácticas más sostenibles, el gobierno mexicano ha ofrecido incentivos como deducciones fiscales para proyectos de energías renovables, financiamiento a través del Fondo para la Transición Energética, y créditos para eficiencia energética por medio del FIDE. Estos instrumentos buscan reducir las barreras económicas que enfrentan las empresas para adoptar tecnologías limpias y cumplir con estándares relacionados con la sostenibilidad.

El precio de ser verde

Los costos iniciales asociados con estas medidas pueden ser elevados. Implementar sistemas de reciclaje de agua, instalar equipos de energía renovable o modificar procesos para reducir residuos requiere inversiones significativas. Sin embargo, a largo plazo, estas inversiones pueden generar beneficios económicos y operativos importantes.

Empresas que tienen un uso intensivo de bienes de capital, como aquellas del sector plástico o metalmecánico, son propensas a obtener ahorros significativos al renovar su maquinaria por nuevos equipos con control numérico y con servomotores. Si bien al principio son costos considerables, a la larga, solo en mantenimiento, los ahorros impactan en los estados financieros.

Por otro lado, los beneficios no se limitan a aspectos económicos. Las empresas que incorporan prácticas sostenibles fortalecen su posicionamiento en mercados internacionales donde las regulaciones ambientales son estrictas. Además, evitan sanciones legales derivadas del incumplimiento de normativas y contribuyen a la mitigación de riesgos asociados con el cambio climático, como el incremento de costos de insumos y la inestabilidad en cadenas de suministro.

El impacto ambiental de la manufactura es evidente. Datos del Banco de México indican que el sector de la manufactura fue responsable de “más del 18% de las emisiones de Gases Efecto Invernadero (emisiones GEI) en 2018, principalmente derivadas de su consumo energético, el cual a su vez fue 32% del total del país en ese año”.

En México, sectores como el automotriz, el textil y el de alimentos contribuyen de manera significativa a este porcentaje, no solo por las emisiones generadas en sus procesos, sino también por el consumo intensivo de recursos naturales. La industria textil, por ejemplo, utiliza grandes volúmenes de agua y genera residuos peligrosos, afectando ecosistemas acuáticos y terrestres.

Adoptar los ODS implica una transformación integral en los modelos de negocio. Esto incluye incorporar principios de economía circular, donde los residuos se convierten en insumos para nuevos procesos, reducir el uso de materiales vírgenes y maximizar la reutilización y el reciclaje. También es fundamental la innovación en tecnologías de producción, como sistemas inteligentes que optimizan recursos y disminuyen emisiones.

La implementación de estas medidas debe ser acompañada por un seguimiento y evaluación constantes. Las empresas pueden apoyarse en estándares internacionales como ISO 14001 para sistemas de gestión ambiental, lo que no solo les permite cumplir con las normativas locales, sino también acceder a mercados globales con mayores exigencias ambientales.

La responsabilidad de la industria manufacturera no se limita a cumplir con regulaciones, sino que implica un compromiso activo con la sostenibilidad. Adoptar prácticas alineadas con los ODS no solo reduce el impacto ambiental, sino que también representa una oportunidad para innovar, ser más eficientes y fortalecer su competitividad.