La adquisición de datos evoluciona en la era digital

La infraestructura SCADA no es solo una herencia de la automatización industrial, sino una arquitectura base sobre la cual se edifica la integración operativa en los entornos inteligentes de producción bajo Industria 4.0.

En entornos industriales, el control y la supervisión no son funciones aisladas, sino parte esencial de la infraestructura operativa. Los sistemas SCADA (Supervisory Control and Data Acquisition) han evolucionado como plataformas críticas que permiten la visualización, recolección de datos, control remoto y registro histórico de los procesos. Si bien su origen está asociado con sectores como energía o tratamiento de agua, hoy representan una arquitectura clave en la integración de operaciones dentro de esquemas de Industria 4.0.

El paso de sistemas propietarios, cerrados y dedicados a arquitecturas abiertas, distribuidas y conectadas, marcó un punto de inflexión. Esta evolución respondió a la necesidad de interoperabilidad con otros sistemas como ERP y MES, así como a la exigencia de una visualización remota y en tiempo real. Con ello, los SCADA dejaron de ser exclusivamente herramientas de monitoreo y se convirtieron en nodos estratégicos en la toma de decisiones basadas en datos industriales.

La incorporación de redes IP, la virtualización y los protocolos de comunicación estándar ha permitido a los SCADA formar parte de entornos híbridos, donde pueden operar localmente o integrarse con soluciones en la nube. Esto resulta particularmente importante en manufactura discreta, donde la flexibilidad de producción requiere una infraestructura adaptable y conectada. En procesos continuos, donde la operación ininterrumpida es crítica, los SCADA se mantienen como columna vertebral de la estabilidad operacional.

Convergencia sin etiquetas

Aunque comparten elementos como sensores, conectividad y procesamiento de datos, los sistemas SCADA y las plataformas IIoT (Industrial Internet of Things) responden a lógicas distintas. El SCADA prioriza la operación segura, confiable y en tiempo real de activos industriales. En cambio, el IIoT introduce esquemas de analítica avanzada, big data e inteligencia artificial orientados a optimización, mantenimiento predictivo o eficiencia energética.

El SCADA opera con arquitecturas de control jerárquicas y definidas, basadas en controladores lógicos programables y redes industriales robustas. En contraste, el IIoT despliega sensores inteligentes, gateways y servicios de nube, usualmente diseñados para ampliar la visibilidad del negocio más allá del entorno de planta. Ambos esquemas no se excluyen: coexisten y se complementan. De hecho, muchas implementaciones industriales actuales integran capacidades de ambos en arquitecturas híbridas.

La diferencia clave no está en el tipo de dato, sino en el propósito y la criticidad de su uso. El SCADA requiere continuidad, confiabilidad y sincronía; el IIoT puede operar bajo arquitecturas tolerantes a latencia, distribuidas y orientadas a modelos predictivos o análisis históricos. Esta distinción define qué plataformas se emplean para el control de procesos, y cuáles para su análisis o mejora.

Del dato a la acción

En la práctica, la adopción de SCADA como base para infraestructuras de Industria 4.0 exige cambios en la forma de desplegar la tecnología. La adopción de edge computing, por ejemplo, permite que parte del procesamiento se realice cerca del dispositivo, evitando interrupciones por pérdida de conectividad. La ciberseguridad ha ganado un rol protagónico, al considerar que la apertura del SCADA a redes corporativas o la nube puede implicar riesgos si no se diseña con una política de seguridad desde el origen.

Por otro lado, la integración con capas superiores del negocio –como sistemas de inteligencia operativa o plataformas de mantenimiento predictivo– requiere que el SCADA exponga datos con estructuras abiertas, sin depender de soluciones propietarias. Esto obliga a los proveedores a abandonar arquitecturas cerradas y a los usuarios a diseñar infraestructuras más resilientes, con segmentación de redes, redundancia, gestión de acceso y auditorías periódicas.

La madurez del SCADA no implica su desplazamiento, sino su reinvención como plataforma interoperable. En este sentido, los entornos de manufactura que requieren trazabilidad, producción flexible, lotes personalizados o cambio rápido de herramientas siguen apoyándose en SCADA para su estabilidad operativa, mientras habilitan entornos IIoT para visualizar patrones, anticipar fallas y optimizar parámetros.

No se trata de elegir entre SCADA o IIoT, sino de reconocer que la Industria 4.0 exige capas múltiples de infraestructura tecnológica. En este nuevo ecosistema, el SCADA no es un legado obsoleto, sino un componente estructural que, al conectarse con nuevas tecnologías, amplía sus capacidades y fortalece el control en entornos cada vez más integrados, pero complejos.

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